Cuando el amor nos aqueja lo buscamos en sitios inhóspitos, y la necesidad de ser amados nos desvía de nuestro camino real. Es así que, cuando maduramos, logramos darnos cuenta, con un profundo dolor, de que hablar de amor no nos hacer cobardes. Tener miedo del qué dirán solo nos lleva a cometer errores que van en contra de la felicidad que merece nuestra alma. El amor no es un error, el amor nos hace libres y, desde esa libertad, reconocemos que existe el inicio para poder materializar nuestros sueños. Las convicciones, siempre desde el amor, son las perduran por toda la eternidad.