La tradición cristiana ha meditado innumerables veces sobre las «siete palabras» de Jesús en la cruz. Estas palabras, dice Adrienne von Speyr, «son como la auténtica autoexplicación del sufrimiento redentor, la inmediata traducción de la pasión en palabras. Y si el Hijo se hace hombre sobre todo para cumplir la redención por medio de su pasión y muerte, entonces resulta claro que en las palabras que provienen inmediatamente de la pasión debe estar contenida una especie de plenitud y quintaesencia de su misión».
En este sentido, este pequeño libro nos ofrece una contemplación, nueva y fecunda, de cada una de las «siete palabras» en su relación intrínseca con cada uno de los siete sacramentos. Estos, sin embargo, son formas de la única sacramentalidad de la Iglesia, signo eficaz de la salvación para todo el género humano. Y la Iglesia misma, por su parte, es la expresión y la Esposa del único Logos: de la Palabra encarnada del Padre, que, desde la cruz, dirige a los hombres sus siete palabras y les regala en la gracia sacramental la vida trinitaria de Dios.
En este sentido, este pequeño libro nos ofrece una contemplación, nueva y fecunda, de cada una de las «siete palabras» en su relación intrínseca con cada uno de los siete sacramentos. Estos, sin embargo, son formas de la única sacramentalidad de la Iglesia, signo eficaz de la salvación para todo el género humano. Y la Iglesia misma, por su parte, es la expresión y la Esposa del único Logos: de la Palabra encarnada del Padre, que, desde la cruz, dirige a los hombres sus siete palabras y les regala en la gracia sacramental la vida trinitaria de Dios.