No es Dios el responsable de nuestra miseria, somos nosotros mismos los únicos responsables de nuestra situación y todo esto tiene como origen al mal uso de nuestra libertad. Dios creó al hombre para que fuera feliz y le dio libre albedrío, es decir, la oportunidad de decidir entre el bien y el mal. Pero fue el mismo hombre quien eligió conocer el mal y esto se debe a la desobediencia del hombre con Dios (Génesis 3). El hombre al pecar perdió el contacto con Dios por lo tanto quedó desorientado y perdido en la oscuridad sin saber a dónde ir.
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