Estos pensamientos no son discursos, cuya lectura pida mucha aplicación y mucho tiempo. Son unas reflexiones sencillas, breves y fáciles, que se comprenden sin fatiga, y en muy breve tiempo se pueden leer. No son dictámenes puramente morales, que tienen por único objeto el deber de la honestidad natural, como los de Epicteto y Séneca. Son Pensamientos cristianos, deducidos de las verdades más importantes de la fe, y de las máximas más sublimes del Evangelio.