En el verano de 1936 se configuraron, en medio de una revolución social, dos poderes claramente definidos, que representaban cosas ciertamente diferentes: por un lado, el poder legal representado por el Gobierno de la Generalidad, exponente de la legalidad republicana, y a quien los acontecimientos sacudieron profundamente (igual que al Gobierno de la República) hasta el punto de perder buena parte de sus atribuciones, y por el otro, el poder real, representado por el Comité Central de Milicias y la multitud de poderes revolucionarios locales que, si bien no dirigieron su actuación en contra de los poderes legales de manera directa, en la práctica acabarían sustituyéndolos total o parcialmente según los casos. Esto sucedió de manera generalizada en los niveles inferiores del aparato político-administrativo del gobierno autónomo, pero también en el escalón inmediatamente superior de la estructura, representada por las Comisarías Delegadas de la Generalidad y de Orden Público, ubicadas en Gerona, Tarragona y Lérida. Todos estos elementos son los que expone Josep Antoni Pozo González en este libro, que incluye un apéndice analítico sobre la tipología de los diferentes comités surgidos en Cataluña, y otro documental, en el que se reproducen, por el interés que tienen, las actas del Comité Central de Milicias correspondientes a las sesiones en las que se discutió la disolución de este organismo.