Poemas en prosa, iniciados durante el exilio voluntario de Baudelaire en Bélgica en 1864, retrata con agudo ingenio la cotidianidad maravillosa de la Francia festiva e inquietante de mediados del siglo XIX, a la vez que plasma audaces fábulas cuyos hilos movidos por una inteligencia avispada son representados por la mordacidad, la descripción precisa de atmósferas y ambientes, un rigor literario desbordado y elocuente; elementos que conforman un cuerpo poético rico en emblemas que exploran lo mismo en las inquietudes del hombre, sus afanes y sueños, en la miseria de la vida desesperada en la grandiosa ciudad, su corazón y contexto.