En 1929, en plena crisis estética y vital, Federico García Lorca marcha a Nueva York, donde reside un año. Allí, durante una breve estancia en Cuba y a su regreso a España, escribe un conjunto de poemas que constituye una de las cimas más altas, si no la más alta, de su creación literaria. Hasta su muerte en 1936. Este poemario supone el punto culminante del estilo de Lorca, del que se sirve para construir una radical protesta social y una intensa búsqueda existencial