Tenemos suerte de vivir en el mundo moderno: la vida en el pasado era violenta, ardua y de corta duración.
Hoy, cuando leemos un periódico o vemos la televisión, nos enfrentamos a innumerables expertos que exponen los peligros del mundo moderno y nos dicen que temamos las calamidades que se avecinan.
Afirman que las nuevas enfermedades son imparables, el hambre matará a miles de millones, la superpoblación arruinará el medio ambiente y el cambio climático destruirá el planeta.
Muchos de estos expertos argumentan que la solución para escapar de estas inminentes catástrofes modernas se encuentra en el pasado.
Sugieren que debido a que las sociedades pasadas carecían de tales problemas modernos, eran más simples e idílicas.
Algunos incluso argumentan que nuestra propia sociedad debería seguir el modelo de las del pasado.
En realidad, esta visión optimista de la historia está lejos de la verdad; el pasado fue un tiempo verdaderamente terrible para vivir.
Hasta la Revolución Industrial, la vida estuvo dominada por la violencia, el hambre, la enfermedad y la muerte prematura.
En las primeras sociedades de cazadores-recolectores, donde las tribus vecinas luchaban por los escasos recursos, la violencia a menudo era inminente.
Muchos cementerios de la época muestran testimonios de comunidades enteras masacradas a golpes en la cabeza o atravesadas por flechas, lanzas y jabalinas.
El hambre y las enfermedades también fueron amenazas constantes para las sociedades primitivas.
Las comunidades carecían de tecnologías agrícolas adecuadas, por lo que eran especialmente susceptibles a sequías, malas cosechas y hambrunas, que a menudo provocaban desnutrición, disminución de la fertilidad y hambre.
Las enfermedades eran comunes y la prevalencia de bacterias agresivas como la gangrena y el tétanos hacía que cada herida fuera potencialmente mortal.
Simplemente no hay comparación con los tiempos modernos.
Hoy en día, el nivel de vida de los seres humanos se encuentra en su punto más alto.
Desde 1800, la población mundial se ha multiplicado por seis, la esperanza de vida se ha duplicado y los ingresos reales se han multiplicado casi por diez.
Hoy en día, la mayoría de nosotros llevamos vidas increíblemente seguras y saludables.
Tenemos suerte de vivir en el mundo moderno: la vida en el pasado era violenta, ardua y de corta duración.
Hoy, cuando leemos un periódico o vemos la televisión, nos enfrentamos a innumerables expertos que exponen los peligros del mundo moderno y nos dicen que temamos las calamidades que se avecinan.
Afirman que las nuevas enfermedades son imparables, el hambre matará a miles de millones, la superpoblación arruinará el medio ambiente y el cambio climático destruirá el planeta.
Muchos de estos expertos argumentan que la solución para escapar de estas inminentes catástrofes modernas se encuentra en el pasado.
Sugieren que debido a que las sociedades pasadas carecían de tales problemas modernos, eran más simples e idílicas.
Algunos incluso argumentan que nuestra propia sociedad debería seguir el modelo de las del pasado.
En realidad, esta visión optimista de la historia está lejos de la verdad; el pasado fue un tiempo verdaderamente terrible para vivir.
Hasta la Revolución Industrial, la vida estuvo dominada por la violencia, el hambre, la enfermedad y la muerte prematura.
En las primeras sociedades de cazadores-recolectores, donde las tribus vecinas luchaban por los escasos recursos, la violencia a menudo era inminente.
Muchos cementerios de la época muestran testimonios de comunidades enteras masacradas a golpes en la cabeza o atravesadas por flechas, lanzas y jabalinas.
El hambre y las enfermedades también fueron amenazas constantes para las sociedades primitivas.
Las comunidades carecían de tecnologías agrícolas adecuadas, por lo que eran especialmente susceptibles a sequías, malas cosechas y hambrunas, que a menudo provocaban desnutrición, disminución de la fertilidad y hambre.
Las enfermedades eran comunes y la prevalencia de bacterias agresivas como la gangrena y el tétanos hacía que cada herida fuera potencialmente mortal.
Simplemente no hay comparación con los tiempos modernos.
Hoy en día, el nivel de vida de los seres humanos se encuentra en su punto más alto.
Desde 1800, la población mundial se ha multiplicado por seis, la esperanza de vida se ha duplicado y los ingresos reales se han multiplicado casi por diez.
Hoy en día, la mayoría de nosotros llevamos vidas increíblemente seguras y saludables.
Tenemos suerte de vivir en el mundo moderno: la vida en el pasado era violenta, ardua y de corta duración.
Dieser Download kann aus rechtlichen Gründen nur mit Rechnungsadresse in A, B, CY, CZ, D, DK, EW, E, FIN, F, GR, H, IRL, I, LT, L, LR, M, NL, PL, P, R, S, SLO, SK ausgeliefert werden.