-Había una vez un circo que alegraba siempre el corazón.
-¿Cuántas fresas has comido hoy?
-Yo no como fresas, sólo las cuido y protejo de lobos como tú.
-¿Lobo?
-Ciervo.
-¿Ciervo?
-No juegues conmigo, Valérie.
-Me has pillado. ¡Din!
-Se te reconoce a treinta pasos.
-¿Cuántas fresas has comido hoy?
-Yo no como fresas, sólo las cuido y protejo de seres como tú.
-¿Desdibujados?
-Y agrietados.
-Ahí te has pasado.
-Pues aléjate de mis campos de fresas. ¿No ves que el aire hoy no perdona? ¿Lo fría que está la mañana?
-Ahora te da por recitar.
-Y la luna en lo alto.
-¿Cuántas fresas has comido hoy?
-Yo no como fresas, sólo las dibujo. Y, ¿sabes qué me dicen? Que ellas no son así, que capte su esencia, que el color rosado no se debe a su propia naturaleza, sino que se arrebolan al verte venusino, saliendo de las olas del mar, naciendo de la espuma del...
-¡Justopía pa ti!
-Hirsuta.
Y así se pasaron toda la tarde, se ve. No sé, yo me encontré esta nota encima de la mesilla de un burdel. Fíjense qué casualidad. En la parte de atrás había unas anotaciones indescifrables para mí. Viene firmado por un tal Ororo, pero me fallan las fuerzas y espero que alguno de ustedes queme estas notas junto a su tumba, pues me da por pensar que es lo que le gustaría.
-¿Cuántas fresas has comido hoy?
-Yo no como fresas, sólo las cuido y protejo de lobos como tú.
-¿Lobo?
-Ciervo.
-¿Ciervo?
-No juegues conmigo, Valérie.
-Me has pillado. ¡Din!
-Se te reconoce a treinta pasos.
-¿Cuántas fresas has comido hoy?
-Yo no como fresas, sólo las cuido y protejo de seres como tú.
-¿Desdibujados?
-Y agrietados.
-Ahí te has pasado.
-Pues aléjate de mis campos de fresas. ¿No ves que el aire hoy no perdona? ¿Lo fría que está la mañana?
-Ahora te da por recitar.
-Y la luna en lo alto.
-¿Cuántas fresas has comido hoy?
-Yo no como fresas, sólo las dibujo. Y, ¿sabes qué me dicen? Que ellas no son así, que capte su esencia, que el color rosado no se debe a su propia naturaleza, sino que se arrebolan al verte venusino, saliendo de las olas del mar, naciendo de la espuma del...
-¡Justopía pa ti!
-Hirsuta.
Y así se pasaron toda la tarde, se ve. No sé, yo me encontré esta nota encima de la mesilla de un burdel. Fíjense qué casualidad. En la parte de atrás había unas anotaciones indescifrables para mí. Viene firmado por un tal Ororo, pero me fallan las fuerzas y espero que alguno de ustedes queme estas notas junto a su tumba, pues me da por pensar que es lo que le gustaría.
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