Roberto Ginebra Palenzuela (1979). Nació en Güines, La Habana, actual provincia Mayabeque. Narrador y poeta. Licenciado en Derecho por la Universidad de La Habana. Fue Asesor Legal de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí desde el año 2004 hasta el 2011. Miembro de la UNEAC. Fue Director de la Editorial Montecallado, desde agosto del 2015 hasta octubre del 2018. Publicó los libros de cuentos De vuelta a la intemperie (2003) y Los Grises (2012), ambos con la editorial Unicornio, La Habana; así como GAZ 21. Cuaderno de viajes con Oscar Cruz (2017, editorial Montecallado, Mayabeque). Es compilador de las antologías de narrativa cubana País con literas, con dos ediciones en el país, y de El Dragón Invisible (Casa Editora Abril, 2020). Ganador del Premio "Vicentina Antuña" en el 2003 (cuento). Fue finalista del propio género, en los años 2008 y 2012, en el concurso La Gaceta de Cuba. Aunque su obra es mayormente reconocida en el género narrativo, también ha obtenido premios, menciones y reconocimientos en poesía.
De tal suerte, con apenas veinticinco años descuella entre la vanguardia de la joven narrativa cubana en los inicios del siglo XXI con una madurez estilística y temática que le valió para entregarnos su primera publicación. Se ha nutrido de las enjundiosas fuentes de la literatura universal, con particular esmero, de la cubana; ha creado su propio arsenal y ha salido al ruedo demostrando su potencia en el arte de contar, donde destaca, no sólo, el dominio de las técnicas narrativas y recursos literarios. Posee una prodigiosa habilidad para hilvanar historias, recrear argumentos, dar vida a personajes, modular conflictos, y todo esto sazonado con un fino humor, a ratos subversivo e irónico, propios del cubano. Otro logro que lo distingue es el exquisito manejo del erotismo, tanto en el lenguaje, como durante el desenvolvimiento de las escenas. En suma, es un narrador con disímiles registros.
Cuando en 1994 el renombrado poeta y catedrático granadino Luis García Montero, actual director del Instituto Cervantes de la Lengua Española escribiera -en el prólogo con que acompañó la edición de sus cuadernos de poemas incluidos en Además-: (…) desconfío del poeta que es incapaz de improvisar un soneto o de escribir endecasílabos sin contar con los dedos, nos estaba abriendo la puerta de la reflexión, y es que el soneto es una fierecilla difícil de domar, por ser muy artificioso y tener muchas particularidades -según confesara Boscán quien, junto a Garcilaso de la Vega, trasladó a la España renacentista los nuevos enfoques de la lírica italiana-. Y, retomando el asunto de la fierecilla, para domarla se requiere de la confluencia -precedida por una dosis de ingenio- de tres entidades que solo asisten a los buenos poetas: vocación, talento y sensibilidad, digámoslo a la manera de los astrónomos, para estar a tono con la intención metafórica del autor: algo así como cuando se producen las grandes alineaciones planetarias, único momento en que son visibles las cuatro lunas galileanas.
De tal suerte, con apenas veinticinco años descuella entre la vanguardia de la joven narrativa cubana en los inicios del siglo XXI con una madurez estilística y temática que le valió para entregarnos su primera publicación. Se ha nutrido de las enjundiosas fuentes de la literatura universal, con particular esmero, de la cubana; ha creado su propio arsenal y ha salido al ruedo demostrando su potencia en el arte de contar, donde destaca, no sólo, el dominio de las técnicas narrativas y recursos literarios. Posee una prodigiosa habilidad para hilvanar historias, recrear argumentos, dar vida a personajes, modular conflictos, y todo esto sazonado con un fino humor, a ratos subversivo e irónico, propios del cubano. Otro logro que lo distingue es el exquisito manejo del erotismo, tanto en el lenguaje, como durante el desenvolvimiento de las escenas. En suma, es un narrador con disímiles registros.
Cuando en 1994 el renombrado poeta y catedrático granadino Luis García Montero, actual director del Instituto Cervantes de la Lengua Española escribiera -en el prólogo con que acompañó la edición de sus cuadernos de poemas incluidos en Además-: (…) desconfío del poeta que es incapaz de improvisar un soneto o de escribir endecasílabos sin contar con los dedos, nos estaba abriendo la puerta de la reflexión, y es que el soneto es una fierecilla difícil de domar, por ser muy artificioso y tener muchas particularidades -según confesara Boscán quien, junto a Garcilaso de la Vega, trasladó a la España renacentista los nuevos enfoques de la lírica italiana-. Y, retomando el asunto de la fierecilla, para domarla se requiere de la confluencia -precedida por una dosis de ingenio- de tres entidades que solo asisten a los buenos poetas: vocación, talento y sensibilidad, digámoslo a la manera de los astrónomos, para estar a tono con la intención metafórica del autor: algo así como cuando se producen las grandes alineaciones planetarias, único momento en que son visibles las cuatro lunas galileanas.
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