Esta colección nos trae nueve relatos que tienen lugar en los Mares del Sur y nos permite asomarnos a un modo de vida ya extinto, a sus tribus caníbales y los exploradores y negreros que surcaban esas aguas. No hay aquí lugar para ensoñaciones sobre el paraíso perdido o el buen salvaje. Aquí hay brutalidad y violencia, en grandes cantidades y sin entender de razas o religiones. Jack London retrata con crudeza las relaciones entre los blancos, en su mayoría negreros, y los indígenas que pueblan estas islas. Son relaciones difíciles, hoscas, marcadas por la desconfianza mutua y el interés comercial, que casi siempre pasa por el negocio de los esclavistas. Unas relaciones en las que la (supuesta) superioridad moral del hombre blanco se diluye en la más absoluta barbarie y los deja en igualdad de condiciones. Este es un viaje no apto para estómagos sensibles, aviso, y es que la llamada de lo salvaje es fuerte en London. Sin embargo, y a pesar de todo, hay lugar para la amistad, como vemos en El idólatra, donde conocemos a Otoo y Charlie, dos hombres muy diferentes pero cuyos vínculos superarán cualquier prejuicio, sin duda uno de los relatos más emotivos del libro.