El dolor de sufrir una pérdida es lo que marca el inicio de un proceso de duelo. Cada pérdida es única y solo la puede sentir y calificar quien siente lo que perdió. Pero hay algo común en todas las pérdidas: la importancia de sanarlas y trascenderlas para poder seguir adelante y fortalecidos. Y la única forma es haciendo un duelo consciente. ¿Cómo se hace un duelo consciente? Responder esta pregunta es el propósito del libro. Si bien es cierto que hay pérdidas para las cuales estamos más "preparados" debido al orden natural como, por ejemplo, perder a nuestros abuelos o a nuestros padres, lo que he aprendido es que cada dolor es único e incomparable. Y que por ello es tan válido hacer el duelo por un hijo (el caso más extremo, al ser considerado "contra natura") como hacerlo por una relación, una mascota, un trabajo o por nuestra salud. Es por lo anterior que si bien lo que me motivó a compartir mi experiencia con el duelo fue la muerte de mi hija Elisa, durante el proceso entendí que un duelo es necesario cada vez que se sienta dolor por perder a alguien o algo; que hay múltiples fuentes de dolor y que cada quien lo vive de manera diferente. Más allá de las definiciones y catalogaciones, mi intención es compartir los aprendizajes que la vivencia consciente de este proceso ha dejado en mi vida y transmitir el mensaje de que si nos permitimos atravesar el dolor, el proceso puede resultar en nuestro renacimiento.