Corazones rotos, corazones enteros. Corazones heridos o sanos. Corazones que aman o que guardan resentimientos. Corazones cansados o corazones que creen en la vida y apuestan por ella. Los avatares de nuestro corazón llenan gran parte de nuestra vida, con su capacidad de sufrir o de gozar. O con su indiferencia. O su sin sentido. Esto tiene mucho que ver con ser más o menos felices o desgraciados. En este sentido, este libro tiene mucho de autoayuda. Pero tiene algo más. Dios quiso hacerse cargo de nuestras alegrías y tristezas. Sobre todo, quiso dar un sentido a lo que vivimos. Este libro, por eso, está hecho de psicología y de antropología. Pero también de teología, aunque no de la difícil, sino de la teología cotidiana. Ocurre que Dios quiso tomar parte en nuestra vida. Es lo que llamamos "gracia". Ha elegido participar en nuestras penas y alegrías. No vivimos solamente por los esfuerzos y saberes humanos. Somos también fruto del amor gratuito de Dios, que participa en nuestra vida, cuando le abrimos desde adentro la puerta de nuestro corazón, y también, a veces, cuando nos parece que no lo hemos invitado. Aunque siempre va a respetar nuestra libertad. Este libro sugiere cómo puede resultar nuestra vida, cuyo centro es el corazón, cuando aceptamos vivir en diálogo, en equipo, con Dios. Sobre todo, cuando la vida se nos hace dura o incierta o sin sentido. Cómo puede resultar que dejemos la iniciativa al Protagonista, y nosotros caminemos a su lado, poniendo en juego lo que somos y tenemos.