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La llegada de la Guardia Civil a Antequera a principios del año 1845 supuso para toda la comarca, sacarla del ostracismo económico en la que se hallaba inmersa por el bandidaje que asolaba aquellas tierras y que había instalado su ley a través de robos, extorsiones, asesinatos, secuestros y todo un elenco de delitos, a cuál de ellos más grave, hasta tal punto que las personas hacían testamento cuando iniciaban viaje, ya que no tenían la certeza de volver con vida. Esta situación la Guardia Civil la recondujo en apenas dos años, dando seguridad y tranquilidad a toda la comarca y, por extensión,…mehr

Produktbeschreibung
La llegada de la Guardia Civil a Antequera a principios del año 1845 supuso para toda la comarca, sacarla del ostracismo económico en la que se hallaba inmersa por el bandidaje que asolaba aquellas tierras y que había instalado su ley a través de robos, extorsiones, asesinatos, secuestros y todo un elenco de delitos, a cuál de ellos más grave, hasta tal punto que las personas hacían testamento cuando iniciaban viaje, ya que no tenían la certeza de volver con vida. Esta situación la Guardia Civil la recondujo en apenas dos años, dando seguridad y tranquilidad a toda la comarca y, por extensión, a toda la provincia de Málaga. El autor, de la mano de personajes reales, nos lleva a descubrir al guerrillero D. Francisco Roa Rodríguez de Tordecillas, nacido en Antequera, de profesión escribano. Sus hazañas en la lucha contra el francés se perdieron en el preterir de la historia, unas por envidia y otras por matices políticos que rodearon aquella época. Esta novela es un intento de darlo a conocer y rendirle el homenaje que se merece, ya que en vida no se le reconoció, hasta tal punto que murió en la más extrema pobreza por haber empeñado en la lucha todos sus capitales.
Autorenporträt
Soy José Luis Borrero González y nací en Rosal de la Frontera (Huelva). Siempre he percibido una especie de vergüenza nacional hacia nuestra historia, quizá por su desconocimiento. Somos en general proclives a creer lo que dicen o escriben otros y no a tener criterios propios procedentes del estudio y la reflexión personal. Si la mayoría de los países actuales hubieran tenido nuestro legado, de seguro tendrían una visión diferente, apreciándola y valorándola en su justa medida. Somos producto de nuestro modo de entender la vida, la religión, las costumbres, sentir, amar…, en definitiva, nuestra manera de ser. Hoy en día, con todos los adelantos tecnológicos a nuestro alcance, no podríamos llevar a cabo la proyección de fuerzas, término utilizado para abastecer a una formación militar cuando se hallaba a kilómetros de distancia. Proyección que se hizo durante ciento cuarenta años. Hemos avanzado mucho en tecnología, en comodidades, pero hemos retrocedido en valores, amor por nuestras costumbres y respeto por nuestras tradiciones , de forma que, si no las mantenemos, estamos condenados al fracaso. Solo he percibido un cierto orgullo de ser español en mis salidas al extranjero, al coincidir con algún compatriota. En la distancia sale a relucir la melancolía y el apego a lo nuestro. Nuestra historia está ahí, hemos de sentirnos orgullosos de nuestro pasado, de ser españoles, en todo lugar y situación.