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Poeta de la intensidad, de la tortura, del eros estéril y de la nostalgia célica, trata siempre de retratar al personaje que trabajó con tanto o más cariño que sus propios poemas. Maldito por vocación y temperamento, Barba-Jacob es un poeta raro entre los nuestros, trasnochado y actual, buscador de la vida y adorador de la destrucción, atormentado, insatisfecho, atrevido, que nos muestra -como pocos- de qué manera la vida salva al arte (sin vivir es casi imposible escribir) y de qué manera, asimismo, el arte construye y da razón a la vida. Ojalá Porfirio Barba-Jacob, en su infierno de…mehr

Produktbeschreibung
Poeta de la intensidad, de la tortura, del eros estéril y de la nostalgia célica, trata siempre de retratar al personaje que trabajó con tanto o más cariño que sus propios poemas. Maldito por vocación y temperamento, Barba-Jacob es un poeta raro entre los nuestros, trasnochado y actual, buscador de la vida y adorador de la destrucción, atormentado, insatisfecho, atrevido, que nos muestra -como pocos- de qué manera la vida salva al arte (sin vivir es casi imposible escribir) y de qué manera, asimismo, el arte construye y da razón a la vida. Ojalá Porfirio Barba-Jacob, en su infierno de marineros adolescentes y marihuana fresca, siga siendo, para pocos, el marginado que quiso siempre ser. O sea, el intransigente, el absoluto, el limpio, entre la natural y vital impureza. Luis Antonio de Villena
Autorenporträt
Porfirio Barba Jacob (Santa Rosa de Osos, 1883 - Ciudad de México, 1942) fue el principal pseudónimos del periodista y poeta colombiano Miguel Ángel Osorio Benítez. Porfirio Barba Jacob era hijo de Antonio María Osorio y Pastora Benítez. A los 23 años, tras mudarse de de Antioquía a Barranquilla, publicó sus primeros poemas, y tras hacer amigos en los círculos literarios, decidió trasladarse a Monterrey, México, junto con algunos amigos. Es en esta época cuando cambia su nombre real -Miguel Ángel Osorio Benítez- por el de Porfirio Barba-Jacob, que conservó hasta su muerte. En Monterey fundó la Revista Contemporánea y fue jefe de redacción del periódico El Espectador. Sus crónicas de periodísticas incomodaron al gobierno, lo que hizo que -en 1914- tuviera que trasladarse a honduras. A partir de ese momento su vida fue un continuo y penoso peregrinaje por diferentes países de hispanoamérica.