Los dos niños la miraron a los ojos. Sus pupilas verticales le mostraron la eternidad… El cadáver mutilado de una mujer aparece en el cementerio de la ciudad de Azul, en la provincia de Buenos Aires. La teniente de homicidios Lucía Morales se hace cargo de la investigación del crimen. Las pistas la llevarán a sospechar que se trata de un asesinato ritual cometido por una milenaria secta secreta cuyos propósitos son inimaginables. En esta secuela de El río de la sangre, el autor termina de atar los cabos sueltos, pero nos sumerge en una nueva trama de impunidad, muerte y misterio hasta llevarnos al sorprendente final.