Simón, representa la eterna búsqueda de sentido del ser humano. ¿Quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos? Eternas preguntas que en un diálogo dramático abordan a Simón, el primer monje que ideó afrontar el combate de la fe sobre una columna en medio del desierto. Hoy esa columna truncada permanece como testigo mudo de este diálogo entre la razón y la fe. Precisamente el fundamentalismo religioso es uno de los temas que aborda la obra. El deseo de imponer a los otros nuestra propia fe. Las guerras que enarbolan las banderas de un credo religioso, sea el que sea, han acompañado a la humanidad desde su origen. Una plancha de bronce del siglo VI conservada en el museo del Louvre de París, dónde se representa a San Simón sobre su columna y en la que aparece enroscada una descomunal serpiente símbolo del Demonio, sirve al Autor como inspiración para imaginar un fantástico diálogo entre San Simón y Satanás, encarnado en el diálogo en la personificaciones del viento y del desierto que interpelan al monje sobre su fe. Es el combate interior de la fe al que llama San Pablo en sus Cartas y es al mismo tiempo el combate de Simón y del propio Autor, y al que se invita también al lector del libro.