Con el objetivo manifiesto de resaltar cómo la escritura biográfica nutre los relatos hagiográficos alrededor del arquitecto como figura autónoma, el libro compilado por Ana María Rigotti y Georg Leidenberger invita a una lectura en doble clave: la biografía se considera no solo como un género de investigación, sino también como un género de escritura. Historiadores como Jacques Le Goff o Paul Veyne destacaron la ambigüedad de la palabra historia, que indica al mismo tiempo una serie de acontecimientos y la narración de esos acontecimientos. La historia es un cuento, pero un cuento de acontecimientos verdaderos (Le Goff, 1984:158). La tensión entre el principio narrativo de la historia (en su perturbadora familiaridad con la ficción) y la requerida objetividad de la observación histórica está en el trasfondo de los debates en los que se articula este libro. De una u otra manera, los textos que componen ese libro recusan el enfoque tradicional de la biografía como el relato totalizador y cronológicamente ordenado de una vida (los hechos biográficos incluso se organizan como textos aparte, apenas para información del lector), para interrogar, cada cual a su modo, una dimensión privilegiada que necesariamente requiere de otras para sostener una visión global de la personalidad biografiada. Los autores adoptan – y así lo asumen ante el lector– un punto de vista. Lejos de constituirse en síntoma de deficiencia o inconclusión, dicha renuncia deliberada al intento de reconstrucción absoluta, exhaustiva y terminante de un personaje, o a la palabra final sobre su legado, me parece ser un instrumento en contra de la arbitrariedad. Como ha destacado Jörn Rüsen (1996: 86), para el pensamiento historiográfico contemporáneo no es nueva la idea de que la objetividad es constituida por la parcialidad. La concentración y profundización sobre un conjunto de aspectos definidos por un problema, que desde el cuadro de la investigación (desde el punto de vista del autor) es posible confrontar, admite simétricamente la posibilidad de lo complementario, o de otros puntos de vista. Si debemos seguir a Ricoeur (1987: 331, 324) y su enunciado sobre el carácter "cuasi ficticio del pasado histórico", los personajes referidos en ese libro parecen vivir más cerca de la "ilusión controlada" que de la "alucinación de la presencia".