Todos hemos formado nuestras propias definiciones de felicidad desde la niñez. Muchas de estas percepciones se deben al desarrollo condicionado, es decir, son parte de nuestros hábitos debido a la inculcación repetitiva por parte de los padres, los maestros y la sociedad en general. Por eso, ¡ninguno de nosotros ha reflexionado sobre qué es exactamente lo que nos hace sentir felices! Este sentimiento se ha dejado a nuestra subconsciencia y simplemente sentimos la felicidad según la situación en la que nos encontremos.
Muchas pequeñas cosas pueden darnos felicidad. Por ejemplo, la sola idea de comprar o gastar dinero tiende a emocionarnos y nos hace sentir felices. Las oportunidades y las nuevas ideas también tienen un efecto similar en nosotros. Este estado de excitación nos hace imaginar cosas relacionadas con estos incidentes. Por ejemplo: la perspectiva de irnos de vacaciones mientras recibimos un bono de oficina no solo nos emocionaría, sino que también nos haría planificar e imaginar las vacaciones. De hecho, ¡sentiríamos la dicha sin estar realmente de vacaciones! Sin embargo, cuando se está de vacaciones, la emoción tiende a calmarse cuando uno comienza a sentirse satisfecho.
Muchas pequeñas cosas pueden darnos felicidad. Por ejemplo, la sola idea de comprar o gastar dinero tiende a emocionarnos y nos hace sentir felices. Las oportunidades y las nuevas ideas también tienen un efecto similar en nosotros. Este estado de excitación nos hace imaginar cosas relacionadas con estos incidentes. Por ejemplo: la perspectiva de irnos de vacaciones mientras recibimos un bono de oficina no solo nos emocionaría, sino que también nos haría planificar e imaginar las vacaciones. De hecho, ¡sentiríamos la dicha sin estar realmente de vacaciones! Sin embargo, cuando se está de vacaciones, la emoción tiende a calmarse cuando uno comienza a sentirse satisfecho.