En el ámbito de la nueva medicina regenerativa y antienvejecimiento, la terapia celular emplea células madre con el propósito de restaurar lo perdido o dañado en las células envejecidas, así como también en los tejidos enfermos del organismo, utilizando innovadoras técnicas científicas. La terapia celular o celuloterapia surge de la efectividad terapéutica por administración de células nuevas, liofilizadas o hidrolizadas provenientes de tejidos sanos controlados, por medio de inyecciones parenterales y locales. Adquiere importancia cuando se considera que su acción no se basa en productos de síntesis química, por lo general ajenos al organismo humano, sino en elementos celulares de médula ósea, de cordón umbilical y de placenta, los cuales son similares o comunes en todas las especies superiores y pueden contribuir a la curación de los enfermos. La terapia celular surge de las relaciones interdisciplinarias con la terapéutica médica como medicina regenerativa. Se puede decir que es un tratamiento biológico basado en los conocimientos de la terapéutica quirúrgica, médica y de rehabilitación, constituyéndose como el nuevo paradigma en los tratamientos, y es en la actualidad el más avanzado de la medicina (medicina del siglo XXI). A diferencia de la terapéutica que ofrecen las especialidades médicas modernas, la terapia celular aborda al organismo de manera integral. Este paradigma quedó en el olvido en las últimas décadas del siglo XX por la necesidad de formar especializaciones médicas y quirúrgicas, pero la sociedad anhela recuperarlo en el modelo del médico general, quien se ha identificado con la especialidad de Medicina Familiar e intenta recuperar el prestigio del cual gozaba anteriormente por el simple hecho de ser médico. A diferencia de la terapéutica farmacológica (regulación de las funciones o eliminación de infecciones) o quirúrgica (resección, reparación o trasplante), la terapia celular tiene la capacidad de regenerar los tejidos dañados restableciendo la salud y la vitalidad al organismo enfermo, proporcionando a los trillones de células elementos terapéuticos eficaces, ya sea por el contenido biomolecular en el interior de las células o bien integrándose al tejido para diferenciarse en los sitios dañados o lesionados. La teoría celular ha permitido comprender que todas las células de los organismos vivos tienen las mismas estructuras y funciones elementales: no hay diferencias entre las células humanas y las células animales. En la actualidad, en el nivel III de la medicina regenerativa y antienvejecimiento, la terapia celular aplica células madre (stem cells) humanas de diferente origen embrionario, de cordón umbilical, de adulto, etc., así como células y sustancias derivadas de órganos de otros organismos jóvenes o de humanos por biotecnología de DNA recombinante, tales como insulina, eritropoyetina, etc. (medicina regenerativa de nivel I y II).