Libro alegre y regocijado como unas castañuelas, y capaz de quitar el fastidio y la modorra al menos benévolo leyente. Tan ligero y animado es que nadie le lee en dos veces, sino que le traga y devora forzosamente en una sola, y quédase con despierto apetito; y lo mismo acontecería aunque los tipos, en vez de ser diez y seis, fueran cuarenta y ocho.