El trayecto de Shelley Hundley de atea resentida a amante incondicional de Dios fue nico. Sin embargo lo que aprendi en este trayecto es pertinente a todo creyente que alguna vez fue herido y se pregunt en silencio quin peleara por l, y quin corregira los errores. En su libro, la autora habla de este clamor universal compartiendo cmo encontr sanidad para el dolor, la culpa y la vergenza del abuso que sufri de nia y cmo lleg a conocer a Jess de una nueva manera--como un juez justo que pelea por su pueblo y lleva sobre s mismo la carga de nuestra injusticia y dolor. Usando su propia historia como teln de fondo, nos muestra por qu todos necesitamos un juez, cmo Jess satisface nuestra necesidad, y de qu manera podemos cooperar con l para ver que se haga justicia a nuestro favor por los males cometidos contra nosotros. Deja en claro, tambin, que como juez justo, Jess debe realizar juicios en la Iglesia y las naciones adems de los individuos, y que si esperamos evitar esos juicios, primero debemos volver nuestros corazones a Dios de tal manera que estemos comprometidos incondicionalmente con l, y luego volvamos los corazones de los dems en la misma direccin.