Una joven canguro que no tenía descendencia, un día decidió prestar su vientre para concebir crías destinadas a una pareja que no podía tener su propia prole, y así ayudarlos a cumplir su anhelado sueño.
La ventaja era que como contaba con tres vaginas, podía quedar más rápidamente embaraza, además de producir dos tipos de leche para cuando nacieran los pequeños.
Se trataba de una especie cuyo embrión comenzaba a desarrollarse en el útero materno, completando el proceso en una especie de bolsillo externo en su vientre donde se hallaban las mamas.
Las crías permanecían ahí por meses hasta cuando se encontraban en condiciones para asomar su cabeza al mundo exterior.
Había negociado y firmado un contrato donde se comprometía a entregar a los cachorros tan pronto como nacieran sin poner ninguna clase de dificultades.
Una de las cláusulas consistía en que si había alguna deformación u otra anomalía debería abortar, lo que para ella no sería difícil ya que tenía la capacidad de pausar el embarazo en situaciones desfavorables.
Nunca antes había alquilado su vientre, por lo que no contaba con experiencia, pero deseaba hacerlo por necesidades económicas, y no consideraba que estuviera comerciando con su cuerpo.
Requería el dinero para poder ayudar a su familia que era bastante numerosa y se encontraba en situación precaria.
Así comienza este cuento que no es cuento y por eso lo cuento
La ventaja era que como contaba con tres vaginas, podía quedar más rápidamente embaraza, además de producir dos tipos de leche para cuando nacieran los pequeños.
Se trataba de una especie cuyo embrión comenzaba a desarrollarse en el útero materno, completando el proceso en una especie de bolsillo externo en su vientre donde se hallaban las mamas.
Las crías permanecían ahí por meses hasta cuando se encontraban en condiciones para asomar su cabeza al mundo exterior.
Había negociado y firmado un contrato donde se comprometía a entregar a los cachorros tan pronto como nacieran sin poner ninguna clase de dificultades.
Una de las cláusulas consistía en que si había alguna deformación u otra anomalía debería abortar, lo que para ella no sería difícil ya que tenía la capacidad de pausar el embarazo en situaciones desfavorables.
Nunca antes había alquilado su vientre, por lo que no contaba con experiencia, pero deseaba hacerlo por necesidades económicas, y no consideraba que estuviera comerciando con su cuerpo.
Requería el dinero para poder ayudar a su familia que era bastante numerosa y se encontraba en situación precaria.
Así comienza este cuento que no es cuento y por eso lo cuento
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