Existe en la actualidad un malestar del universalismo. La revolución digital, los medios de comunicación, las finanzas, los viajes, el imaginario colectivo del consumo, nos llevan a subrayar los rasgos compartidos de estos tiempos de unificación planetaria. Sin embargo frente a este proceso, la problemática de la diversidad emerge con fuerza y la valorización de la diferencia se transforma en una afirmación indiscutible. Cuando decimos que el mundo es hoy una Babel, apenas nos damos cuenta de que hubo un cambio de humor en los tiempos. En el relato bíblico Babel significaba confusión, incomprensión mutua. Los hombres, que en el paraíso tenían una lengua universal, de repente se vieron delante de un impasse, la diversidad de los idiomas. Incapaces de comunicarse entre sí, se desentendieron. La diferenciación lingüística surgía bajo el signo de la sospecha, de una caída. La afirmación "Internet es una Babel" nos remite al polo opuesto. Lo diverso se torna un ideal, y lo uno, una maldición. Pero ¿por qué la diversidad se convierte en una noción tan importante, imprescindible para comprender el debate contemporáneo? ¿Cuál es su secreto? Los ensayos que siguen toman este tema como hilo conductor, buscan problematizar de manera crítica las contradicciones de la Modernidad-mundo.