Al regresar de la playa de Son Serra de Marina, en Mallorca, Beatriz Segura, la investigadora licenciosa, es testigo de un accidente mortal de carretera en el que está a punto de verse involucrada, resultando milagrosamente ilesa. Al llegar a su casa recibe una llamada de Alberto Medina, su mentor y amante, paralítico de cintura para abajo desde hace unos años a raíz de un atentado en Indonesia. Le pide que acuda de inmediato a El Gururú, su casa de Denia. Allí le informa de que Anxo Paez, el jefe de un clan gallego de narcotraficantes, acaba de salir de la cárcel tras cumplir condena. Alberto le detuvo cuando aún trabajaba para el CESID y, durante el tiroteo que se produjo cuando asaltaron su vivienda, mató accidentalmente al hermano de Anxo. Este juró vengarse y cada año se lo ha recordado mediante cartas anónimas. Desde la excarcelación del narcotraficante se han producido extraños accidentes en las obras de las empresas de Alberto y este teme por la vida de todas las personas próximas. Tras oír el relato del sospechoso accidente de tráfico del que ha sido testigo Beatriz, Alberto quiere que esta permanezca refugiada en El Gurugú hasta que consiga neutralizar el peligro. Mientras tanto, Alberto envía a Galicia a su empleado y antiguo mercenario, Javier García, para que averigüe el paradero de Anxo, pero alguien le tirotea y le abandona en la carretera casi desangrado. A partir de ese momento queda claro que el enfrentamiento entre Alberto y Anxo solo puede acabar de una forma: con uno de los dos muerto. A pesar del riesgo evidente, Beatriz vuela con un guardaespaldas a Lugo, donde Javier está hospitalizado y, sin proponérselo, su vida será la pieza clave que decidirá quién de los dos hombres acabará con el otro, pero tendrá que pagar el precio más alto que jamás pudiera haber imaginado.