Debido al elevado precio que mantiene la vivienda, la mayoría de los ciudadanos reside en casas más pequeñas de lo que necesitarían. Por ello, el espacio es un bien cada vez más cotizado. En paralelo, los objetos que se acumulan a lo largo de la vida se han incrementado en una época dominada por la sociedad de consumo: libros, ropa, juguetes… Cientos de objetos que ya no se necesitan u otros que se utilizan de manera esporádica o en determinadas temporadas, pero que no se tiran porque puede surgir una ocasión en la que sean útiles. Los trasteros se han convertido en espacios esenciales y quienes quieren venderlos cuentan con compradores potenciales dispuestos a adquirirlos. Antes de hacerlo, sin embargo, deben seguir unos pasos y conocer si están inscritos o no junto con la vivienda. Si lo están, hay que segregarlos para venderlos y es imprescindible el consentimiento de la comunidad de vecinos.