Cuando alguien cuenta su experiencia, esa narración adquiere un valor muy particular para sí mismo porque le permite examinarse. Pero también, por esa vía, nos vemos a nosotros mismos en sus palabras y podemos evaluar nuestros comportamientos. Cuando esa experiencia se cuenta, puede ser incorporada al curso de la historia, porque esas vivencias son parte de un caudal más general, de una necesidad colectiva. La importancia de ciertos testimonios radica, precisamente, en que esa experiencia individual es la de muchos otros y sirve para posicionarse en un campo de lucha. Estas reflexiones que nos ofrece la autora, tienen un interés muy directo para la etapa que estamos atravesando las mujeres. Con cada testimonio, cada una va descubriendo que la experiencia de nuestra subordinación bajo el patriarcado y en esta sociedad de clases, es colectiva.