Al trabajar en comunidades rurales muy aisladas, incluida una reserva mapuche, el autor pudo comprender que existían otras formas de ver la vida, otras cosmovisiones, que le permitieron salir de sí y descubrir mundos muy distintos al que concebía. En función de esto, se puede observar una constante actitud crítica hacia el sistema educativo del que formó parte, fundamentada en lo que permite que un proceso educativo sea eficaz, partiendo del principio de que el acto educativo es esencialmente un acto de amor. No son críticas por simple rebeldía, sino que atienden a muchas contradicciones, acciones sin sentido pero institucionalizadas, que se repiten a diario en las escuelas sin producir ningún efecto positivo. La educación languidece mientras muchos "herejes" reinventan diariamente en las aulas y fuera de ellas originales modos de enseñar y aprender. Uno de ellos cuenta en estas páginas sus experiencias e invita a animarse a desaprender, reaprender y aprender. La finalidad última de compartir estas historias y reflexiones es entusiasmar a quienes sienten que es necesario abrir nuevos caminos educativos, que es posible pensar modelos distintos a los tradicionales.