Las palabras de Jacques Derrida: "Reproducir delirante esa voz interior que es la voz del otro en nosotros", es el objetivo fundamental de este texto. A través del trabajo etnográfico, la autora revela una experiencia vivida con artistas de la calle, hasta construir la categoría de estudio: "intérpretes subalternos de la música tradicional ecuatoriana". El trabajo se desarrolla en el Centro Histórico de Quito, hermosa ciudad andina, llena de historia y marcada por profundas asimetrías y el conflicto. Un espacio donde se encuentran el pasado y el presente; opulencia y extrema pobreza; indiferencia y solidaridad; clase dominante y dominada en un campo de juego donde se libran continuas batallas de clase. Teniendo como fondo los acordes bien timbrados de una música marginal y resistente, que le imprimen una marca al Quito histórico, se muestran retazos de ciudad, que no se ven o no se quieren ver. La observación participante marca el fecundo camino de la investigación, junto a categorías de estudio como: pobreza, marginalidad y exclusión.