Los problemas éticos y bioéticos que se presentan en la práctica de la Maternidad Subrogada giran alrededor de sus protagonistas: la pareja comitente, con su demanda de ver realizado el deseo de paternidad y la solicitud de disponer del cuerpo de otra mujer para que se puedan cumplir sus aspiraciones; la madre gestante, con las repercusiones físicas y psíquicas derivadas del papel desempeñado en el contrato de subrogación, así como los riesgos de explotación y cosificación conectados a su posición; el niño, con su derecho a crecer contando con la certeza de sus relaciones parentales. La importancia humana y antropológica de estas cuestiones, unida a la difusión creciente de esta práctica en el mundo, ha interpelado nuestra conciencia moral. En este contexto demanda una atención particular la figura de la madre gestante, la parte contractualmente más débil y más afectada entre las involucradas en el pacto de subrogación. El estudio fenomenológico llevado a cabo nos ha permitido concluir que esta práctica implica, siempre, un grado de explotación, física, psíquica y moral, de la gestante que hace aconsejable su prohibición a nivel global.