La Salud Pública, a través de la paleopatología, cumple un importante rol en el esfuerzo por conocer el pasado de la humanidad más allá de su propio campo. P. WEISS (1981: 194) indicaba: "los médicos guardamos y estudiamos como testimonios exclusivos de la historia de la Medicina y la Patología, documentos arqueológicos, que en realidad tienen un interés más amplio...". Mediante el estudio de los restos antropológicos y la aplicación de diferentes técnicas, el paleopatólogo, puede llegar a contribuir en el estudio de la historia natural de los procesos morbosos e inferir aspectos culturales de las civilizaciones del pasado (WEISS, 1970; LOMBARDI, 1992). El descubrimiento de las lesiones, deformaciones y fracturas óseas de humanos y animales prehistóricos permitió -por primera vez en el siglo XVIII el interés de E.J.E. ESPER y, luego en 1872, de Rudolph VIRCHOW- el surgimiento de una nueva ciencia, la paleopatología, definiéndose como: "El examen de la historia de la enfermedad y de sus manifestaciones mórbidas en los tiempos prehistóricos" (RUFFER, 1913; CASTIGLIONI, 1947; LASTRES, 1951).