El enorme avance en el conocimiento de las bases moleculares de los procesos fisiológicos y de las bases de la enfermedad que se produce en la segunda mitad del siglo pasado da lugar a la configuración del llamado modelo biomédico o molecular del binomio salud-enfermedad, cuya virtud fundamental ha sido no sólo dar explicación racional e integradora a la mayoría de los mecanismos patogénicos responsables de la patología humana, sino poner a disposición de los profesionales un conjunto de poderosos instrumentos preventivos, diagnósticos y terapéuticos, cuya eficacia constituye la mejor prueba de la validez del paradigma en el que están basados. La medicina reproductiva, en el sentido actual de dicho concepto, nace no hace más de tres décadas, con la aparición y difusión de los tratamientos de reproducción asistida que incluyen la fecundación extracorpórea. Este enorme avance, cuya aplicación generalizada a la actividad clínica de los especialistas en reproducción humana representa el inicio del abordaje realmente eficaz de los trastornos de ésta, no es sino una consecuencia más, sin bien de singular significación, de la traslación a la clínica de los conocimientos en materia de biología celular, molecular, fisiopatología y epidemiología que la aludida revolución molecular de la biomedicina ha ido generando.