Ha llegado la hora de proponer un nuevo paradigma en el campo de la inteligencia; una que integre a las inteligencias múltiples desarrolladas en el siglo XX por Gardner y la emocional propagada por Goleman. Una inteligencia que nos haga sentir parte del proceso evolutivo de la creación. Una que sea capaz de movilizar la pasión desde una actitud constructiva, positiva y transparente. La inteligencia espiritual es el instrumento que tenemos para plasmar en la vida momentos de eternidad. Es la que nos otorga la facultad de establecer un orden interno para valorizar el tiempo, los vínculos, el amor, el sentido, la unidad. Es la vivencia directa que parte de nuestro interior para ir al encuentro de la totalidad del universo y en otros momentos, capta la realidad del mundo externo para iluminar la propia interioridad. El que se ha empapado de esta inteligencia sabe que el dolor, la soledad y el miedo no tiene la última palabra y la sensación de eternizarse es perenne, porque cada acto es único e irrepetible. Esta inteligencia exige un nuevo esquema mental de habilidades y métodos. Urge conocerla y practicarla, de lo contrario seguiremos deambulando en un laberinto sin sentido.