El interés por la protección de la naturaleza ha brotado en nuestra sociedad a medida que ésta ha tomado conciencia de la grave crisis ambiental que afrontamos. Durante las últimas décadas numerosas comunidades biológicas que albergan constelaciones de especies cuya evolución tardó millones de años han sido rápidamente devastadas por la acción humana. Si esta tendencia continua, miles de comunidades, especies y variedades se extinguirán en los próximos años (Smith & al 1993; Mace, 1995; Lawton & May, 1995). El hombre, en su interacción con la naturaleza, aprendió a utilizar los recursos que ésta le brindaba para garantizar su existencia y, en la medida que los conocimientos adquiridos le permitieron un mayor grado de satisfacción de sus necesidades, su visión se fue transformando en un predominio de intereses de uso, conservación y manejo de los recursos.