Hablar de poesía siempre nos hace pensar en amor o desamor, sufrimiento o dolor, pero la poesía, como todo lenguaje y arte, trata de comunicar algo y eso supone el conocimiento y la objetivización del mundo. Para Emilio Bedmar Gil, la poesía representa una reacción emocional frente al mundo tal y como el poeta lo encuentra y lo percibe. El autor tiene los ojos bien abiertos para no engañarse con el mundo idílico y, además de romper con el formalismo estético, y de optar por un lenguaje coloquial y directo, su propósito es sacudir las conciencias con una confesión sincera. Sus poesías, repletas de onomatopeyas y preguntas retóricas, están saturadas de sentimientos de frustración, de insatisfacción, de descontento hacia la sociedad actual, emociones generadas por las injusticias que le rodean cada día y que afectan a los trabajadores de campo, a las feministas, a los obreros y a los estudiantes. Sin embargo, hay también destellos de esperanza y de optimismo en sus poemas “en mil espejos yo hoy veo / ...miradas triunfadoras” o de alegría “una niña llena de alegría / sentada entre luces de colores / en su alrededor un grupo de chavales / todos ansiosos por tener / aquel corazón tan feliz”. Compuesta por versos libres, la colección se mueve en el mundo de los símbolos y conceptos: la libertad, el amor a la tierra y a los valores tradicionales son los pilares que recorren todos los versos.
Emilio Bedmar Gil nació el 3 de mayo de 1963 en una familia de jornaleros de Andalucía.
Emilio Bedmar Gil nació el 3 de mayo de 1963 en una familia de jornaleros de Andalucía.