Desde el comienzo de la crisis, decenas de miles de españoles han emigrado en busca de trabajo.
Un libro no puede contar todas las historias (únicas e irrepetibles) que se esconden detrás de la estadística, pero sí puede destilar esa tensión humana de miedo y esperanza común a todas ellas. Volveremos es un puzzle de testimonios que se lee como se escucha una confidencia a corazón abierto; es la memoria de una generación, y de un tiempo, y de un país, con sus dudas, contradicciones, ilusiones, frustraciones, desengaños, reproches, maletas, despedidas y regresos. Volveremos es como una conferencia de skype con la gente que quieres.
Volveremos es una promesa y una amenaza.
EXTRACTO
En este relato vivo de los emigrados hay quienes añoran a su familia, un lugar o un recuerdo de una España a la que nunca regresarán; los hay que sienten nostalgia de lo no vivido —una huida deseada, un fracaso antes siquiera de hacer la maleta—; unos pocos que buscan billete de vuelta; y otros que ya no vuelven la vista atrás. La nostalgia se aloja en el cuerpo y se convierte en un órgano más cuya función vital es debilitarte o fortalecerte. Los protagonistas de Volveremos no son mártires ni héroes. Son gajos en busca de mandarina.SOBRE LAS AUTORES
Estefanía S. Vasconcellos quería ser reportera de guerra pero le salió el tiro por la culata. Ha trabajado en las secciones de Cultura de El Mundo y ABC, donde aprendió que el arte y la literatura también tienen algo de conflicto armado, y vivió una temporada en Reino Unido, donde un escocés eurófobo le tocó la gaita mientras cubría el brexit para El Español. Amenaza con meterse en política, y mientras lo consigue estudia un máster de Análisis Político y escribe en Jot Down sobre mármoles griegos, gente que llora delante de cuadros y mujeres que se pusieron amarillas durante la Primera Guerra Mundial.
Noemí López Trujillo escribió su primera metáfora cuando aún tenía dientes de leche: comparó la nariz de una bruja con una berenjena. Desde entonces, ha sido incapaz de dejar de usarlas —a veces demasiado— para contar historias de gitanas empoderadas, niños violinistas y hippies eternos. Las ha publicado en ABC, 20Minutos, Jot Down o El Español. Vivió unos meses en Manchester (Inglaterra), donde además de comer porridge cada día escribió sobre iglesias que casan a homosexuales, musulmanas que boxean y guetos que huelen a curry. Si volviera a nacer, sería youtuber.
Un libro no puede contar todas las historias (únicas e irrepetibles) que se esconden detrás de la estadística, pero sí puede destilar esa tensión humana de miedo y esperanza común a todas ellas. Volveremos es un puzzle de testimonios que se lee como se escucha una confidencia a corazón abierto; es la memoria de una generación, y de un tiempo, y de un país, con sus dudas, contradicciones, ilusiones, frustraciones, desengaños, reproches, maletas, despedidas y regresos. Volveremos es como una conferencia de skype con la gente que quieres.
Volveremos es una promesa y una amenaza.
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En este relato vivo de los emigrados hay quienes añoran a su familia, un lugar o un recuerdo de una España a la que nunca regresarán; los hay que sienten nostalgia de lo no vivido —una huida deseada, un fracaso antes siquiera de hacer la maleta—; unos pocos que buscan billete de vuelta; y otros que ya no vuelven la vista atrás. La nostalgia se aloja en el cuerpo y se convierte en un órgano más cuya función vital es debilitarte o fortalecerte. Los protagonistas de Volveremos no son mártires ni héroes. Son gajos en busca de mandarina.SOBRE LAS AUTORES
Estefanía S. Vasconcellos quería ser reportera de guerra pero le salió el tiro por la culata. Ha trabajado en las secciones de Cultura de El Mundo y ABC, donde aprendió que el arte y la literatura también tienen algo de conflicto armado, y vivió una temporada en Reino Unido, donde un escocés eurófobo le tocó la gaita mientras cubría el brexit para El Español. Amenaza con meterse en política, y mientras lo consigue estudia un máster de Análisis Político y escribe en Jot Down sobre mármoles griegos, gente que llora delante de cuadros y mujeres que se pusieron amarillas durante la Primera Guerra Mundial.
Noemí López Trujillo escribió su primera metáfora cuando aún tenía dientes de leche: comparó la nariz de una bruja con una berenjena. Desde entonces, ha sido incapaz de dejar de usarlas —a veces demasiado— para contar historias de gitanas empoderadas, niños violinistas y hippies eternos. Las ha publicado en ABC, 20Minutos, Jot Down o El Español. Vivió unos meses en Manchester (Inglaterra), donde además de comer porridge cada día escribió sobre iglesias que casan a homosexuales, musulmanas que boxean y guetos que huelen a curry. Si volviera a nacer, sería youtuber.