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La Venezuela del siglo XXI es el resultado de una serie de contradicciones domesticas. Contradicciones que, dieron origen al escenario propicio para el desarrollo de una dinastía política, cuestión ajena a la realidad Latinoamericana si lo llevamos a los conceptos clásicos. Sin embargo, al abordar el concepto "dinastía política" en esta investigación, este se encuentra fundamentado sobre las bases de lo inedito pero principalmente de la particular idiosincrasia del país caribeño. A lo largo del periodo chavista, Venezuela fue convertida en un bien patrimonial para sus élites y, asimismo, en los últimos tiempos el poder del Estado ha sido tratado como un objeto bien concedido por medio de un testamento, destacando el escenario político de 2012 donde el entonces presidente Chavez elige a Nicolas Maduro como su heredero presidencial, hoy presidente del mencionado país. En consecuencia, el resultado causal de Venezuela tras aproximadamente dos décadas de gobierno es el de un patrimonio desmembrado por una dinastía político-ideológica, debido a los altos niveles corruptivos que se desarrollan en el seno de la política clientelar que llevan a cabo los círculos de poder del chavismo.