Hacia fines del siglo XIX, la Argentina, como país agro-exportador, había conferido a su desarrollo económico un marcado carácter de desigualdad regional. El proceso de industrialización, al asumir características de sustitución de importaciones de bienes de consumo, lejos de revertir esta situación privilegió como forma de localización la proximidad de los mercados consumidores por sobre el origen de los insumos. La división articulada a nivel nacional favorece la acumulación en las regiones metropolitanas y pampeanas a costa del subdesarrollo de las regiones más atrasadas. Estas condiciones responsables de las diferencias existentes no son solo de tipo coyuntural, sino más bien estructurales. Y las dinámicas migratorias son un mecanismo que posibilita acelerar la velocidad de este proceso de desigualdad regional. Este libro indaga el comportamiento de las desigualdades provinciales y regionales durante las seis últimas décadas, destacando el papel de la dinámica migratoria en este proceso.