El plan de Dios siempre ha sido recuperar a sus hijos amados. En el libro de Génesis 3:15, Dios anuncia que se encarnará y morirá para cumplir el castigo merecido por sus hijos rebeldes. Al mismo tiempo, condena al maligno a ser destruido, algo que un ser humano no puede hacer, solo Dios mismo. El análisis de esta profecía y de muchas otras se cumple en la vida y las acciones de Nuestro Señor Jesucristo. Pasajes impresionantes de la Biblia como Isaías 53, Salmo 22 o Zacarías 8 son solo tres de los numerosos pasajes que clarifican por qué vino el Mesías. Su misión es salvar al hombre, de todos los pueblos y de todos los tiempos, incluso a costa de sufrimientos extremos. Estos versículos no hablan de guerra, poder o dominación de los pueblos; hablan de la oferta de una puerta abierta para que aquellos que elijan aceptar el amor de Dios puedan comprender que tienen un camino, una vida y una verdad.
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