El conocimiento integrado del hombre y de la mujer como ser sociobiológico ha permitido el despertar del nutricionista para la participación activa en los programas y políticas de nutrición pública. Los cambios en este paradigma, en el que el accionar pasivo en las estrategias direccionadas a la procura del bienestar y la calidad de vida infantil, donde el aparato estomatognático ha sido considerado ajeno a su responsabilidad en la evaluación y asociación de la condición física, su autoimagen y la higiene oral. Constituyéndose prioritario el conocimiento específico de la antropología de la cavidad bucodental, en un indicador que permitirá el diagnóstico oportuno de factores asociados a la problemática de origen alimentaria visualizado a través de la boca y de la malnutrición. La educación alimentaria y nutricional conducirá a la corresponsabilidad ciudadana, con una orientación didáctico pedagógica y proactiva, desde la primera infancia. La inclusión del entorno hogar y escolar, la identificación de las barreras y fortalezas presentes en los patrones de conducta alimentaria, del cuidado bucal favorecen la promoción y mantenimiento de la salud desde la gestión del riesgo.