El autor reflexiona sobre el sí mismo y la realidad, sobre el carácter definidor(do) del sujeto, sobre el papel de la práctica artística en la experimentación estética de lo real y sobre el peso del espacio escultórico en la auto-etnografía del yo. La escultura es interpretada aquí no sólo como una conjunción semantizada de materia y forma, sino como un activador vivencial del espacio. Una activación que empieza siendo estética pero que puede conducir al sujeto a nuevas formas de conciencia, de ser y vivenciar. Esa manera de experimentar desmonta los esquemas artista-espectador y arte-vida, recobra la continuidad de la experiencia estética con los procesos normales de la existencia y contribuye a la catarsis y expansión de los modos de vida. En este trabajo se apuesta por la implicación de quien indaga en el proceso y en el objeto de indagación (aquí, 16 esculturas del autor) a través de la acción creativa y de una mirada que responden a sus experiencias, circunstancias, deseos ynecesidades. El objetivo es contar una historia que permita a otros contar(se) la suya y hacerlo de modo que la narración resultante quede abierta para que el receptor participe en ella activamente.