La concepción de la persona humana de Gabriel Marcel (1889 1973) posee una apreciable similitud con la de pensadores no marxistas contemporáneos suyos, la mayor parte de las veces religiosos, que intentan salvar a la persona humana, en su dignidad, su libertad y su individualidad, de amenazas colectivizantes, particularmente en un mundo donde siniestros nacionalismos parecían el único escape a la masificación. Estos pensadores Marcel no es la excepción procuran deslindar la defensa de lo trascendental del individuo de propuestas excluyentes que no consideran tal dimensión humana. Marcel encara su personalismo a partir de la existencia, una región del ser que es partícula del devenir de un Todo o Absoluto. Como tal, atenderá al llamado de su Creador y tendrá disponibilidad para los otros por amor a Él. Su libertad inherente, no gratuita sino ganada y comprometida con el bien, hará resistencia a la cosificación a la que tiende naturalmente la existencia. Tal resistencia se traducirá, para Marcel, en combatir las técnicas de envilecimiento que el funcionalismo, el materialismo y el racionalismo han impuesto en el mundo.