"el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo" (Hebreos 12:6 RVR 1960)
LOS HIJOS DEL GRAN REY NO VIVEN COMO PRÍNCIPES refuta la afirmación que hace la Teología de la Prosperidad, la cual sostiene que los cristianos que sufren y que no viven en abundancia y bienestar es porque no están en buena comunión con Dios.
Josué Treviño estudia las razones por las que padecieron sufrimiento María, Noemí, Job y muchos otros fieles y propone, con contundente y enriquecedor fundamento bíblico que en realidad Dios, como Padre amoroso y preocupado, guía a sus hijos muchas veces con aflicciones y angustias, aunque por el momento sea difícil comprender sus razones.
"[...] el hecho de que tiempos difíciles vengan a nuestras vidas nos debe causar alegría, porque eso nos permite ver que Dios se está ocupando de nosotros para hacernos bien: "Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas" (Santiago 1:2 RVR95). Las dificultades en la vida del cristiano son una buena señal. Y si no vinieran tiempos difíciles a nuestras vidas, entonces deberíamos estar muy preocupados, porque eso significaría que no somos hijos de Dios: "Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos y no hijos" (Hebreos 12:6-8 RVR 1960)."
LOS HIJOS DEL GRAN REY NO VIVEN COMO PRÍNCIPES refuta la afirmación que hace la Teología de la Prosperidad, la cual sostiene que los cristianos que sufren y que no viven en abundancia y bienestar es porque no están en buena comunión con Dios.
Josué Treviño estudia las razones por las que padecieron sufrimiento María, Noemí, Job y muchos otros fieles y propone, con contundente y enriquecedor fundamento bíblico que en realidad Dios, como Padre amoroso y preocupado, guía a sus hijos muchas veces con aflicciones y angustias, aunque por el momento sea difícil comprender sus razones.
"[...] el hecho de que tiempos difíciles vengan a nuestras vidas nos debe causar alegría, porque eso nos permite ver que Dios se está ocupando de nosotros para hacernos bien: "Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas" (Santiago 1:2 RVR95). Las dificultades en la vida del cristiano son una buena señal. Y si no vinieran tiempos difíciles a nuestras vidas, entonces deberíamos estar muy preocupados, porque eso significaría que no somos hijos de Dios: "Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos y no hijos" (Hebreos 12:6-8 RVR 1960)."
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