La forma tradicional de la casa fue proscrita por la modernidad. A mediados del siglo XX comienza a definirse conceptualmente el poliedro de las siete caras significándose como hogar identitario de lo humano y, por excelencia, como el arquetipo de la arquitectura, intemporal y universal, que no proviene de ninguna cultura en particular, sino de todas. Está en el imaginario individual y el colectivo. Al referirnos a la forma icónica de la casa como idea de proyecto: ¿nos encontramos ante un problema específicamente disciplinar?; ¿es una forma o es una imagen, en cualquier caso, recuperada de la tradición de lo vernáculo o lo clásico a la que se le han incorporado las nuevas tecnologías constructivas?; ¿es su uso actual una tipología nueva que encuentra sus raíces en la historia, en la tradición, en lo vernáculo, en lo popular, etcétera?; o, incluso, ¿es un mero formalismo como los muchos a los que nos tiene acostumbrados la arquitectura contemporánea o es una nueva reinterpretación o una relectura historicista, derivada de la postmodernidad?; ¿por qué ahora se está dando un mayor reconocimiento a esta forma?; ¿es una moda y como tal pasajera?; ¿qué hizo que se denostara a partir del primer tercio del siglo XX?; ¿cuál ha sido su influencia en los movimientos del siglo XX?; ¿cuáles han sido sus interferencias con otras disciplinas artísticas?; ¿qué han aportado los avances tecnológicos y científicos de la construcción en la recuperación de una forma básicamente tradicional?; ¿cuáles han sido las diversas reacciones de la sociedad a lo largo del siglo XX hacia las distintas tendencias arquitectónicas?; ¿de qué manera, desde las ideologías, se ha utilizado esta forma icónica por los poderes político y económico?; si hasta hace menos de un siglo era una forma reservada a la casa del hombre y a la casa de los dioses, del mismo modo ¿por qué esta forma se utiliza a menudo como dispositivo proyectual en los edificios destinados a guarderías, centros de asistencia psicológica o asilos?