El Trastorno por uso de alcohol aparece con frecuencia en la práctica clínica. Se trata de un importante problema de Salud Pública, dadas las repercusiones sobre la salud física y las complicaciones psicosociales asociadas. Los tratamientos farmacológicos aprobados para su tratamiento resultan tan sólo moderadamente eficaces, por lo que los clínicos venimos utilizando otras herramientas farmacológicas que han mostrado cierta eficacia, a pesar de que su uso no ha sido aprobado específicamente para dicha indicación. Es aquí donde cobra especial interés el uso de anticonvulsivantes como el topiramato y la zonisamida como armas terapéuticas en el trastorno por uso de alcohol y otras patologías del espectro impulsivo.
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