La ruta del sastrugi relata el último gran evento de la exploración antártica del siglo XX realizado por argentinos. Nuestro país posee más de un siglo de historia en el sexto continente; descubrimientos, instalaciones, investigación, instituciones, actos cívicos y un sinfín de acontecimientos que nos dejaron un rico legado y que conforman un valioso capítulo que describe el esforzado trabajo de nuestros compatriotas en esa inhóspita región. Se trata de hechos y protagonistas casi desconocidos por la sociedad, pero que sin embargo forman parte indisoluble de las pretensiones y reclamos soberanos de la nación en el extremo sur de la patria. En este contexto, la segunda expedición terrestre al Polo Sur geográfico constituye el último acto de presencia oficial en el punto más austral de nuestro territorio antártico a 35 años de la primera expedición de este tipo llevada a cabo por nuestro país, pero en esta oportunidad con un desafío diferente a lo experimentado hasta el momento ya que inicialmente se trataría de un viaje de ida y vuelta en un recorrido superior a los 3000 kilómetros utilizando motos de nieve, pero con la salvedad de no contar con apoyo aéreo para el reconocimiento del terreno ni para la instalación de los depósitos de suministro, con lo cual se debió trasladar toda la carga con los mismos vehículos desde el inicio hasta alcanzar el Polo Sur y el regreso también; conformando a lo largo del trayecto los depósitos de provisiones y el combustible necesarios. Esto significó cargar, transportar y descargar a mano 13 toneladas de pertrechos —de los cuales 10 toneladas eran solamente de combustible— en interminables y extenuantes viajes vaivén, que sumados a la distancia en línea recta para alcanzar el objetivo completaron un recorrido de más de 5000 kilómetros de marcha. Desde el punto de vista humano fue la epopeya de siete hombres luchando por la supervivencia en un medio extremadamente hostil, convencidos de la necesidad de una continuación en el rumbo de la nación sobre este territorio.