En 1994, Ruanda, un pequeño país de África Central capitalizó la atención del mundo entero al desarrollarse en su territorio el genocidio más rápido y efectivo de la historia del hombre. En sólo 100 días aproximadamente 800.000 personas perdieron la vida a manos de extremistas hutus, quienes utilizaron la radio (medio de comunicación más difundido en la región), para incitar y orquestar la más grande masacre humana jamás perpetrada. Han pasado 16 años desde que Ruanda vivió uno de los momentos más trágicos de su historia y las heridas se mantienen todavía a flor de piel. La radio, herramienta que en un momento se utilizó como medio de difusión del mensaje de odio y segregación, en la actualidad intenta fungir de puente entre víctimas y victimarios en un esfuerzo por sanar viejas heridas y fortalecer la idea de unidad social. Mediante programas de índole social y reconciliadora, la radio, que en 1994 junto al machete se convirtió en arma de destrucción, busca reestructurar la fibra social y convertirse en medio para reconciliar.