Los movimientos sociales indígenas en América Latina cada vez cobran mayor importancia como sujetos participantes y reconstructores de un horizonte democrático diferente al impuesto por las estructuras occidentales dominantes de politización. Porque, expresan posibles alternativas frente a la deshumanización y saldos negativos que han sido causados por el capitalismo neoliberal y la modernidad estatal. En esta constelación latinoamerindia de proyectos democráticos en el siglo XXI,dos casos despliegan sus propuestas: los zapatistas en México y las prácticas comunitarias del Sumak Qamaña en el Altiplano de Bolivia. Ambos ejemplifican esfuerzos por generar formas de vida más igualitarias, justas, reciprocas, así como capaces de reconocer las intersubjetividades y pluralidades existentes.