Las lesiones músculo-esqueléticas provocadas por la práctica deportiva han aumentado significativamente en las últimas décadas. La actividad física es recomendable para los niños y los adolescentes, pero la práctica de deportes de competición a edades cada vez más tempranas, con altas expectativas y presión por parte de padres y entrenadores, no está exenta de riesgos y puede provocar patología osteomuscular. El diagnóstico de estas lesiones ha mejorado con el avance en las pruebas de imagen. Técnicas como los ultrasonidos, la tomografía computarizada o la resonancia magnética han permitido su mejor evaluación y manejo. Su éxito terapéutico depende de un diagnóstico correcto, y de un tratamiento y rehabilitación adecuados.