La concepción poética esencial de Luis Alberto de Cuenca ha permanecido inalterable a lo largo del tiempo: cultura, retórica y distanciamiento sentimental son los rasgos constitutivos que definen su poesía. Sin renunciar a estos principios fundamentales, el poeta ha evolucionado a lo largo del tiempo acercándose a las diversas poéticas generacionales que marcaron el discurrir de la lírica española del último tercio del siglo XX: la novísima en sus inicios; la realista o figurativa a partir de los años ochenta. Su poesía, como él mismo ha afirmado, es hija de su tiempo y en ella se reflejan esos cambios de estética dominante en el panorama poético español. Si la poesía figurativa parecer ser el reverso de la poética novísima, en el caso de Cuenca su evolución resulta coherente; y en su obra, sobre todo a partir de El hacha y la rosa (1993), se percibe un propósito implícito de enlazar ambas estéticas generacionales.